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Historias de madres

Victoria Peñafiel: «Cuando iba por el tercer hijo me di cuenta del lío en que me había metido»

Cada vez más familias inmortalizan los primeros días de sus bebés con una sesión de fotografía profesional. La culpa, en buena parte, es de Victoria Peñafiel, pionera del género que ha conseguido popularizar la fotografía de recién nacidos en nuestro país y que empieza a hacerlo con la fotografía de partos. En un blog de historias de madres no podía faltar la suya: capta como nadie las maternidades ajenas con su cámara, y vive con intensidad la maternidad propia con nada más y nada menos que 5 churumbeles. Y cuando los angelitos duermen, aún saca tiempo para lanzar en redes sociales retos con miles de seguidores. ¿Que cómo sobrevive? Pasen y lean.

No sé si las que pasáis de los 30 los recordaréis, pero cuando yo era una cría adoraba aquellos pósters con fotos de bebés vestidos de girasoles firmados por Anne Geddes. En España, sin embargo, la fotografía de bebés es un fenómeno relativamente reciente, y una de las pioneras -con un estilo natural y minimalista radicalmente opuesto al de Geddes- es sin duda Victoria Peñafiel. Sus fotos hablan solas, pero ella además sabe acompañarlas con punzantes reflexiones sobre la maternidad que siguen con interés sus casi 20.000 seguidores de Instagram. A Victoria Peñafiel (Barcelona, 1978), sin embargo, no le encaja la etiqueta de influencer -ni tampoco ninguna otra-: fotografía y vive a su manera. La primera vez que la vi, impartiendo un curso de fotografía para madres, me pareció increíble que por aquel cuerpo inquieto y menudo hubiesen podido pasar 5 niños, pero lo único frágil en ella es la lente de su objetivo: todo lo demás es pura fuerza.

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Su pareja, Leo, es el gran pilar que le permite seguir viva siendo autónoma con una familia más que numerosa. “Yo no llevo la cuenta, pero él dice que llevamos más de 14 años juntos. Cuando nos conocimos no teníamos ninguna visión de ser padres, ¡la verdad es que nunca había entrado en mis planes personales! -confiesa-. Imagino que luego se activó el dichoso reloj biológico, eufemismo por no llamarlo desenfreno hormonal desbocado sin mirar atrás, y allí empezó todo. Tampoco teníamos idea de tener muchos hijos, pero una cosa llevó a la otra y los tres primeros vinieron muy seguidos… Entonces fue cuando me paré a mirar y vi el gran fregado en el que me había metido”.

Y en medio de ese fregado, cuando “sólo” tenía 3 hijos Victoria Peñafiel dio un giro radical a su situación profesional, por entonces centrada en las traducciones. “Hacía tiempo que tenía cámaras en casa, había hecho algún curso de iniciación, marraneaba con cámaras analógicas y película Polaroid… pero no fue hasta que nació mi tercer hijo cuando pensé en abordar la fotografía como aventura profesional. Fue un cambio paulatino, una transición de más de año y medio. La ventaja es que, al ser autónoma, ya tenía medio camino hecho desde el punto de vista de burocracia y papeleo”. ¿Por qué fotografía de bebés, cuando en España era un género casi desconocido? “Porque estaba inmersa en la maternidad y me fascinaba todo lo que transmite un recién nacido, con todas sus particularidades fisiológicas -destaca-: Es una etapa tan breve y fugaz que necesitaba de algún modo dejar plasmada en imágenes”.

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Ya como fotógrafa, llegó su cuarto hijo: ¡la primera niña! Y no mucho después, sus seguidores se quedaron boquiabiertos cuando anunció el embarazo inesperado de lo que bautizó como el quinto elementoDe familia numerosa a numerosísima. “Llámalo sorpresa, llámalo no tener claro que no quieres tener otro… El único que recuerdo como búsqueda consciente fue el primero, y fue una especie de ‘abrir la veda’ y disfrutar por el camino. Siempre he dicho que me ha tocado la lotería de la fertilidad, sobre todo viendo cuántas mujeres a mi alrededor tienen problemas para concebir -reconoce Victoria Peñafiel-. Es extraño, en positivo y negativo, tener esa sensación de pestañear y volver a quedarte embarazada”.

 

Cada uno de sus cinco embarazos fue un mundo. “Recuerdo diferencias, sobre todo, entre el primero y todos los demás -explica-. En el primer embarazo tu mundo gira alrededor de tu barriga creciente: te fijas en cada pequeño síntoma, en cada hito cumplido, en cada prueba, en cada nueva sensación. Recuerdo afirmar en varias ocasiones que me pasaría embarazada toda la vida, que era genial. En cambio, en los sucesivos me fijé más bien en las molestias y en que todo parecía llegar más rápido: la pesadez, la acidez, la retención de líquidos, el estreñimiento, el insomnio…. El último embarazo fue seguramente el más duro psicológicamente, por el seguimiento médico intensivo durante el último trimestre y sustos varios asociados”.

También la llegada al mundo fue diferente en cada caso, reconoce esta apasionada del parto natural. “En los tres primeros partos me dejé ir, sin plantearme muchas cosas. En los dos últimos tenía más información, había vivido tres experiencias que ya sabía cómo serían, me apetecía cambiar algunas cosas en el guión y terminaron siendo partos completamente distintos de principio a fin. El hecho de parir sin anestesia, en mi caso, marcó un antes y un después -confiesa Victoria Peñafiel-. Un darme cuenta de toda la potencia y energía bruta que tenemos dentro las mujeres, y todo el miedo con el que acudimos al día «D» cuando no nos hemos preparado psicológicamente para ello. El parto es un momento trascendental en muchos aspectos, y – aunque hay quien lo considera un mero trámite y no le da mayor importancia – supone una primera metamorfosis en el camino de la maternidad que rompe esquemas, y puede abrir heridas o cicatrizar otras”.

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Victoria Peñafiel se pasa el día fotografiando infancias, pero no suele hablar de la suya. “Estuvo marcada por la separación de mis padres y su desaparición repentina de mi vida, sin que yo entendiese nada -recuerda-. Me di cuenta de que los lazos de sangre no siempre suponen lazos afectivos, y viceversa. Las relaciones nos las tenemos que currar día a día, no vienen de serie con el parentesco. La separación me pilló con ocho años y durante mucho tiempo tuve pesadillas y miedos irracionales… ¡además de pensar que en la vida querría casarme, claro! Pero con el tiempo todo se asienta, aprendes a mirar lo vivido de otra forma y asimilas que tu visión de niña es distinta de tu visión como adulta”. 

Aun así, me cuenta que la recuerda como “una infancia  bonita en gran parte, haciendo el cabra, corriendo, saltando, montando cabañas en los árboles y lanzándome en bici sin manos. Oh, sí: y cuando empezaron a crecerme los pechos pensé «mierda, ¡se me ha acabado lo bueno!», bromea. ¿Otra confesión?: Cuando era pequeña no me hacían especial gracia los bebés, y de más mayorcita me daban hasta miedo los niños: siempre he pensado que tienen miradas que te traspasan”, revela. Miradas que a Victoria le encanta captar ahora en sus fotos, huyendo de la obsesión de otras fotógrafas newborn por los bebés completamente dormidos.

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Su experiencia fotografiando a recién nacidos le han permitido conocer y aceptar muchas formas de vivir la maternidad distintas a la suya. “Todas las experiencias que conoces te cambian. He visto partos en casa, pérdidas perinatales, cesáreas programadas, mujeres que deciden ser madres solas, hombres que deciden ser padres por subrogación; madres que ni se plantean amamantar y se lanzan al biberón sin dudarlo, y otras que luchan hasta la última gota de leche materna que pueden; parejas que se hacen más fuertes y otras que se rompen por el camino; muchas, muchas mujeres que se replantean su vida (especialmente la profesional) en cuanto tienen hijos y ven que la conciliación no es posible”.

 

¿Una madre trabajadora con 5 hijos hablando de conciliación? “Tenemos la suerte o la desgracia de que tanto mi pareja como yo somos autónomos y compartimos aventuras profesionales, así que todo se vuelve relativamente más fácil a la hora de conciliar. A mí suele tocarme trabajar en momentos intempestivos, fines de semana, y si él no estuviera capitaneando el barco estoy segura de que nos habríamos hundido ya. La sección suministros comestibles y cocina es parcela de Leo, cosa que le agradezco un montón; y mi cruz particular son montañas y montañas de ropa -confiesa Victoria Peñafiel-. No tenemos más ayuda externa que nuestras dos manos y dos pies, así que intentamos implicar a los niños en la mayoría de tareas pesadas del día a día. A veces funciona mejor, otras veces es un completo desastre que genera mucha tensión interna, ¡pero no queda otra que seguir remando juntos!”. A partir de la semana que viene, sus 5 hijos habrán acabado los casales de verano y estarán full time en casa. No puedo evitar preguntarle cómo sobrevivirán al verano… “¿Sinceramente? Inspiro fuerte, tomo mucho aire, cierro los ojos y aguanto sin respirar dos meses y medio”.

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Además de fotografiar bebés y familias y lidiar con su ejército de 5 criaturas, Victoria Peñafiel tiene otros temas entre manos. Para una fotógrafa y madre que se declara “adicta a los partos”, una de las mejores maneras de recordar este momento vital es captarlo en imágenes: en España es aún poco frecuente y no todos los hospitales lo aceptan de buen grado, pero Victoria ha lanzado junto a su colega de profesión Mireia Navarro el proyecto 40+2 de fotografía de partos.

“La idea surgió de tomar conciencia de que parir es una experiencia con una potencia vivencial muy fuerte. En un parto no hace falta hacer posar a nadie, ni vas a intentar sacarle su mejor cara. Es fotografía documental, que relata una transición, una historia. No son fotos de una vagina abierta con una cabeza asomando. Son fotos de una pareja que emprende un giro vital, de una persona que va a conocer el mundo. Es un acontecimiento tan cargado de emotividad por sí mismo que salen imágenes muy potentes”, explica. Victoria reconoce que este proyecto “también tiene una cara B, porque fotografiar partos te permite ser testigo de la aleatoriedad en los caminos que toma un parto, del trato médico que se da y recibe en un hospital. Hay cosas espectacularmente bonitas y otras que no lo son tanto, o nada”. Por eso Victoria reconoce que este proyecto “solo empezará a despegar en serio cuando vaya acompañado de un giro en el acompañamiento al embarazo y el parto en la sociedad en general, cuando los hospitales dejen de ver al fotógrafo como un elemento ajeno o enemigo potencial y entiendan que lo que registramos son emociones y momentos íntimos de una pareja, siempre atendiendo a las indicaciones del personal y respetando lo que se nos pida por parte de los profesionales”.

Fotografia de nacimientos Dexeus Barcelona-40 mes dos

El entorno hospitalario también está muy presente en su otro proyecto, Dits petits, en el que junto a otros fotógrados Victoria Peñafiel ofrece de forma altruista plasmar los primeros días de los bebés prematuros ingresados en el hospital. “La asociación funciona gracias a la actividad de fotógrafos voluntarios que se desplazan con periodicidad semanal a las UCIN de los hospitales que lo solicitan para fotografiar a los bebés ingresados -explica-. A priori, la visión de un bebé lleno de cables y tubos en una incubadora puede parecer algo frío, pero la realidad es que en una UCI neonatal hay muchos momentos de intimidad, los padres pasan allí muchas horas, tienen mucho contacto con sus hijos y podemos fotografiar cómo se forma el vínculo, cómo se conocen los hermanos, cómo las enfermeras atienden a los pequeños… pasan muchas cosas allí dentro y son momentos muy duros para las familias”.

Entre cables e incubadoras, las fotografías sirvan como apoyo, distracción y terapia. “Tenemos la suerte de que la gran mayoría de bebés que pasan por la UCIN se van de alta y están bien, pero también hemos conocido historias muy duras, bebés que han fallecido o que están muy enfermos. Estas experiencias te hacen crecer muchísimo como persona, y para mí personalmente Dits Petits es mi momento particular de desconexión del mundanal ruido… cuando entro por la puerta me da igual lo que ocurra fuera. Estoy en el micromundo de una UCI neonatal, donde el tiempo avanza a otro ritmo”.

 

Gracias Victoria, por compartir un trocito de tu gran familia! Podéis conocer su trabajo en la web de Victoria Peñafiel.

PD.- Si te gusta la fotografía de partos no te pierdas la historia de Noelia García, a quien el porteo y el parto en casa le permitieron cumplir su sueño de ser madre pese a una discapacidad del 65% por problemas de espalda. Lee aquí la historia de Noelia. Y si te interesa el tema del duelo perinatal quizá quieras leer  la historia de Cris, que tras 3 años luchando por quedarse embarazada perdió su primer bebé en la semana 38 de embarazo y que finalmente cumplió su sueño con un segundo tratamiento. Lee aquí la historia de Cris.

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6 Comments

  • Cintia

    Hola , me llamo Cintia . Quiero contaros nuestra historia , aunque parece un poco terrible, pero bien que final es feliz . Somos una pareja de España que estamos luchando mucho tiempo con enfermedad mía. Por Cáncer me han quitado el útero. Pero el deseo de querer ser padres no nos dejaba vivir normal. Por recomendaciones hemos dirigido al centro de tratamiento de infertilidad de Feskov, que está en Ucrania . Para poder tener el bebé biológico …tuvimos que empezar el proceso de gestación subrogada . Ahora somos padres felices de nuestro hijo . Sinceramente queremos decir gracias a todos médicos de esa clínica ! Nunca hemos arrepentido de nuestra decisión !!

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